Una encuesta realizada en 2007 descubrió que el 8,5% de los jugadores jóvenes podrían ser "podrían ser clasificados clínica o patológicamente como adictos a los videojuegos".
Un estudio de 2005 estimó en un 40% de los jugadores de World of Warcraft son adictos.
(Fuente: Wikipedia)
En 2009 una niña de 12 años ingresó en un hospital con lesiones dolorosas en la palma de las manos. Los médicos descubrieron que la inflamación de la piel de las manos, era provocada por el uso excesivo de un mando de videoconsola.
(Fuente: British Journal of Dermatology, vía blog Adicción a los Videojuegos)
Cuatro millones de personas son adictas a internet y diez millones son potenciales enfermos en China. La mayoría de los adictos lo son a videojuegos on line como World of Warcraft (WoW) o Counter Strike. El aumento de casos llevó al gobierno chino en noviembre a añadir la adicción a internet y los videojuegos on line en la lista de desórdenes clínicos, con el alcoholismo y la ludopatía.
(Fuente: El País, vía blog Adicción a los Videojuegos)
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Los resultados del estudio internacional La Generación Interactiva en Iberoamérica 2010. Niños y adolescentes ante las pantallas realizado por el Foro Generaciones Interactivas entrevistando, entre otros, a 1.073 niños argentinos de entre 6 y 18 años, mostraron que un 43% de niñas de menos de 11 años que afirman estar enganchadas o conocer a alguien que lo está (frente a sólo el 17% de los niños de esa edad). La adicción cae entre los 14-15 años (un grupo aparentemente diferente a los demás en muchos aspectos del estudio) y vuelve a subir entre 16 y 18 pero ahora con los chicos a la cabeza (33-25-40%).
Según el estudio La Generación Interactiva en Iberoamérica 2010. Niños y adolescentes ante las pantallas realizado por el Foro Generaciones Interactivas Chile sólo es superado en Iberoamérica por Guatemala a la hora de reconocer la adicción a los videojuegos propia o de un amigo, con un 32% de acuerdo con la afirmación "Estoy enganchado a algún juego o conozco a alguna persona que no para de jugar".
En Andalucía existen 23 centros de tratamiento ambulatorio de las adicciones sin sustancia, entre ellas la adicción a las TIC. En ellas se atiende actualmente a 36 personas: 24 hombres y 12 mujeres, cuyas patologías más frecuentes son el uso abusivo del teléfono móvil, y de los videojuegos en segundo lugar. En menor medida se dan casos de abuso adictivo de Internet, por ejemplo a los chats o a las redes sociales. De los pacientes un 14% son menores de edad y un 55% tienen entre 18 y 35 años.
Según Asunción Rodríguez Sacristán, psiquiatra infantil y forense, miembro de la Sociedad Italiana de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal, la excesiva dependencia de las nuevas tecnologías genera en los menores problemas psicológicos. «Los niños no deben usar esos juegos durante la semana porque deben estar concentrados en los estudios. Durante el fin de semana no deberían estar más de dos horas seguidas y según en qué edades. Además, no hay que olvidar que muchos de esos juegos provocan irritabilidad, excitación nerviosa y cansancio cuando se abusa de ellos, lo que es agotador desde el punto de vista neurológico.»
La psiquiatra asegura que cada vez llegan más casos de este tipo a su consulta, «sobre todo desde hace tres o cuatro años. Estamos tratando a chicos de 13 y 14 años con una dependencia absoluta de las nuevas tecnologías.» Para evitarlo da una recomendación básica a los padres: poner límites al uso de la tecnología. «Un niño no puede estar con la Nintendo diez horas sin control», sentencia.
La Junta Disciplinaria de la Corte Suprema del estado de Pennsylvania ha decidido castigar al abogado Mathew Eshelman con una suspensión de tres años, tras recibir decenas de quejas por mala práctica atribuida a la adicción del jurista a los videojuegos. Aunque la adicción a los videojuegos no es reconocida formalmente como una enfermedad mental por parte de la Asociación Psiquiátrica Americana, el mismo órgano ha realizado estudios relativos a este problemas que sí han arrojado evidencia de que los juegos tienen características adictivas que llevan a que por ejemplo países como China limiten su uso a tres horas por día.
Desde la Clínica de Trastorno del Sueño de la UNAM advierten de que teléfonos celulares, computadoras y dispositivos portátiles como BlackBerry, iPad y iPod están modificando la calidad del sueño de los mexicanos hasta el punto de que ya se detectan trastornos en uno de cada cuatro niños, y en uno de cada tres jóvenes.
Además, los videojuegosviolentos agravan la situación: "tenemos escolares y preescolares que por jugar videojuegos violentos o usar esta tecnología desarrollan terrores nocturnos, sonambulismo y reacciones de defensa, (...) reviven escenas de sangre y matanza (...). Hay padres que llegan a creer que están poseídos por lo que no acuden a atención médica", precisó Reyes Haro Valencia, director y fundador de la Clínica de Trastorno del Sueño.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Siquiátrica la incidencia de menores mexicanos con rasgos depresivos oscila entre 8 y 9 por ciento. Sin embargo, Teresa Gutiérrez Alanís, de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió que esta patología puede presentarse hasta en el 20% en ciertas poblaciones (niños enfermos o maltratados, por ejemplo).
A ello se añade la dificultad para detectar el fenómeno en infantes, así como el uso excesivo de videojuegos e Internet, que contribuyen al aislamiento: dejan de convivir y relacionarse y se mantienen en un mundo de fantasía, con otras reglas y otros límites que pueden confundirlos.
El 42% de los jugadores de World of Warcraft es adicto a dicho MMORPG, según se refleja en un reportaje infográfico publicado por Chris Tucker, de WordStream.
Según un reciente estudio publicado en el número de febrero de la revista Psychopathology los usuarios compulsivos de Internet que tienden a tener más interacción social virtual (salas de chat y redes sociales online) que real, podrían sufrir depresión. El estudio se presenta como el primero de gran alcance entre la juventud occidental sobre ciberadicción y depresión.
Los videojuegos han abordado de manera definitiva su extensión en la Red. Se abre de esta manera un abanico de extraordinarias opciones a las que acompañan algunas sombras que deben ser conocidas y controladas, en especial cuando hablamos de niños y adolescentes.
Algunos debates suscitados en torno a los videojuegos han ayudado a que la sociedad conozca mejor esta forma de ocio y cultura y reconozca sus magníficas posibilidades para desarrollar en quienes los utilizan una gran variedad de conocimientos, destrezas y capacidades.
Incluso en los juegos multiusuario, aparte del componente educativo implícito en general en las actividades lúdicas, existen otras potenciales ventajas. Algunos educadores que han probado p.ej. el famoso World of Warcraft opinan que favorece la capacidad de analizar estadísticas y probabilidades, aprender cómo ahorrar dinero y presupuestar, conocer cómo funciona un mercado de oferta y demanda, y con ello aprender sobre economía, matemáticas o sociología.
También pueden ayudar en el camino de la autorrealización personal, en la medida en que proporcionan una tribu, o comunidad de intereses compartidos. Esta comunidad puede aportar validación, retorno, competencia, apoyo, etc. y con ello servir de contraste para las ideas personales y un lugar en el que experimentarlas.
Otro juego como Faraway Lands requiere que los aspirantes a participar en él realicen una descripción escrita de sus personajes de considerable extensión, que posteriormente es evaluada por los administradores del juego, con lo cual reta a jóvenes escritores, a los cuales finalmente pone en contacto para colaborar y criticar mutuamente sus trabajos.
Según un estudio realizado por el INTECO un 40,8% de los hogares españoles dispone de videoconsolas y un 18,7% de videoconsolas portátiles. El uso de videojuegos online, ya sea a través de videoconsola o de ordenador, se acerca al 30% de los menores españoles: un 28,4% (según los hijos) o un 27,9% (en opinión de los padres) juega habitualmente a videojuegos online.
La práctica de los videojuegos online es predominantemente masculina y aumenta con la edad del menor. El 37,8% de los niños, frente al 18,9% de las niñas, afirman jugar online contra otros jugadores.
Un 37% de los menores que utilizan juegos online afirma hacerlo en la modalidad de pago. El gasto mensual medio declarado por los menores que acceden a videojuegos de pago es de 4,5 euros.
Acudiendo a la clasificación PEGI, 5 de los 6 títulos más citados por los menores obtienen una calificación correspondiente a 16+, es decir, con contenidos que incluyen violencia y lenguaje soez y que por ello no estarían recomendados para niños y adolescentes con edades comprendidas en rango objeto del estudio (10-16 años).
Los menores españoles juegan a videojuegos online de una a tres veces por semana (53,3%). Existe un alto porcentaje de chavales (en torno al 30%) que afirman jugar menos de dos o tres veces al mes. Sólo un 8,8% juega diariamente (frente al 50% que se conecta diariamente a Internet. Estos datos nos permiten afirmar que el uso de videojuegos es más esporádico que el de Internet, y probablemente concentrado en el fin de semana.
Parece que es en los videojuegos donde los padres muestran un conocimiento más alejado con la realidad presentada por los hijos. El 10% de los padres ponen como norma a sus hijos la prohibición de participar en juegos online, pero sólo a cuatro de cada diez menores que juegan a videojuegos se les ha puesto normas sobre su uso. El 16,1% de padres afirman que son ellos quienes compran los juegos, frente al 1,6% de los menores que corrobora dicha afirmación. El 11,7% de los padres afirman que supervisan los videojuegos que compran sus hijos o que sólo compran los que ellos les dejan. Esta norma ni siquiera es mencionado por ningún hijo. Las normas paternas que más se han establecido respecto al uso de los videojuegos son muy similares a las establecidas respecto a Internet: limitación de los horarios en los que puede jugar y de los días y tiempos que puede estar jugando.
Según un estudio realizado en Lima (Perú) ocho de cada 10 escolares varones es adicto a los juegos electrónicos con contenidos violentos.
Muchos videojuegos no han sido diseñados para niños ni adolescentes menores de 18 años. Por ello, es urgente y necesario que las autoridades públicas, los educadores, los padres de familia y los menores en general tomen conciencia de los desafíos e inconveniencias de esta nueva tecnología que se instala a ritmos agigantados en nuestro medio.
La adicción, por definición, implica la presencia de una sustancia que genera una dependencia. Teniendo esto en cuenta, el profesor Joel Feliu matizaba en Gijón que la obsesión por internet, los videojuegos o los móviles, al igual que la que sienten muchos por el juego o por el sexo, no es una adición. En todo caso, puntualiza el profesor se trata de un trastorno de los impulsos y, por tanto, quien padezca este trastorno no es un adicto sino que tiene un problema.